Hacia el año 512 a.C. el rey Darío I el Grande, emprendió la construcción de este masivo complejo palaciego, ampliado posteriormente por su hijo Jerjes I y su nieto Artajerjes I. Enclavada en una región remota y montañosa del actual Irán, la ciudadela de Persepolis mantuvo la función de capital ceremonial de la dinastía aqueménida, donde se celebraban las fiestas de Año Nuevo.
Las majestuosas ruinas de Persepolis, crisol de estilos mesopotámico, egipcio y griego, testifican el esplendor que llegó a alcanzar el Imperio Persa aqueménida, el más poderoso y extenso de su época.
Persepolis (Irán) fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1979.
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